sábado, 3 de diciembre de 2011

LA DESPEDIDA DE UNA MADRE

       Doloroso es siempre cuando una Madre se separa de sus hijos, cuando necesita descanso, cuando necesita reposo y no puede seguir guardando a su prole bajo la protección de su manto, como doloroso es para un hijo ver como su Madre necesita ser sometida a una intervención, aunque desnuda de gravedad, para solucionar pequeños achaques que sufre por su longeva vida.

       Anoche, Nuestra Madre y Señora del Mayor Dolor bajó de su altar para despedirse de sus hijos, para besarnos a cada uno de nosotros y decirnos al oído "No temáis, os llevo en mis oraciones...y en mi corazón", y sus hijos, como no podía ser de otra manera, le correspondimos con toda la ternura y el amor que le profesamos y con esa media sonrisa que le pone un hijo a su madre cuando no quiere que le note que está nervioso, para que pueda marchar tranquila, para que vaya despreocupada.

       Nuestra Madre ya se encuentra en su descanso ginense, entre pinares y aire puro, entre mimos y cuidados de su hijo, nº hº D. Luis Álvarez Duarte, en ese milagroso rincón aljarafeño en donde tantas veces ha nacido Dios y que ahora la sanará a Ella.

       Mientras, las navidades serán especialmente duras. En estas fechas, que tantos hijos acuden anualmente a reunirse con su madre, nosotros las viviremos con tu ausencia, con el único consuelo de vivir el nuevo nacimiento de Cristo, y la esperanza de tu regreso como el mejor regalo de Reyes que le puedan dar jamás a un niño.

       Tal y como anoche te decían tus hijos: "Ahora descanse, Madre, que pronto volveremos a estar Contigo".

Fotos: José A. Caballero.